Los
taxistas
Los
más de 23.000 taxistas de Madrid integran un interesante mosaico que refleja la
composición humana de la ciudad, formada a partir de la confluencia de personas
procedentes de los más diversos lugares de España. Es cierto, sin embargo, que
pueden encontrarse aún algunos ejemplares de los que podríamos calificar como
"taxistas castizos", característicos por su vivacidad e ingenio,
muestra viviente de los pocos madrileños de pura cepa que quedan. Estamos
convencidos, no obstante, que el espíritu de las ciudades -y Madrid es un caso
palpable- es a menudo más fuerte que la suma de procedencias.
Evidentemente,
una de las quejas más reiteradas por los taxistas madrileños es la caótica
situación del tráfico que se pone de manifiesto con la ocupación progresiva de
las calles por los automóviles aparcados en varias filas paralelas. A la
complicación que parece inherente a una gran ciudad, ¡Madrid paga a menudo la
cuota añadida de ser la capital de! estado y del prestigio y protagonismo que
España ha ido adquiriendo en los últimos años. Se suceden las visitas de los
jefes de estado o de gobierno extranjeros, se celebran reuniones de la OTAN, de
la Comunidad Europea, de la conferencia de paz entre árabes e israelíes, de la
conferencia de seguridad, de los mandatarios iberoamericanos, ¡de! Fondo
Monetario Internacional y del Banco Mundial. Claro está que todas estas
reuniones constituyen una ocasión de negocio para el taxi, "Nos quejamos
mucho -apunta un taxista habitual de Barajas-, pero la verdad es que da vida
al taxi. Siempre hay periodistas, empresarios, personal de las comitivas, gente
que quiere hacer una escapada y para eso estamos los taxistas".
El
taxista madrileño, en general, se mueve muy bien en el medio, ya que no se
trata solamente del tráfico o de conocer calles. Es, también, la habilidad de
moverse cómodamente por la selva de los recados, de las gestiones
administrativas, de las prisas antes de que cierren... Es el arte de conseguir
que no le obliguen a sacar el coche de los lugares reservados, de ser amigo de
los guardias, de los vigilantes, de los escoltas, de los porteros de los
grandes hoteles, además, claro está, de conocer perfectamente dónde se hallan
ministerios, bancos, institutos y oficinas comerciales y los organismos más
complejos de la administración. Porque, a pesar del estado de las autonomías,
un montón de gestiones deben realizarse aún en Madrid. Para estas cosas el taxi
es un buen aliado y así lo han entendido numerosos profesionales que han
encontrado una fuente de ingresos suplementarios instalando teléfonos
portátiles en sus vehículos desde los cuales pueden efectuar llamadas los
atareados viajeros.
Pero
Madrid es más que una ciudad de ajetreados transeúntes, Además de turistas
entendidos en el amplio sentido, confluyen empresarios, políticos, ¡estudiantes,
actores, periodistas, gente diversa llegada de “provincias” -por decirlo en e! vocabulario en uso- que quiere triunfar y que
busca un trampolín central. La ciudad dispone 3.000 establecimientos
turísticos, de los cuales 143 son hoteles con un total de 84.000 plazas.
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