ORIGEN DE MADRID
- INTRODUCCIÓN
- ESCUDO DE LA VILLA Y CORTE
- UN POCO DE HISTORÍA
- ¿POR QUÉ CAPITAL MADRID?
- CRONOLOGÍA
Madrid fue poblada por el hombre prehistórico. En la
Comunidad se han encontrado yacimientos líticos solutrenses (período del
paleolítico superior durante el cual se alcanza gran perfección en el pulimento
de la piedra y aparecen las primeras agujas de hueso) y magdalenienses (último
de los periodos del Paleolítico superior, correspondiente al parecer a los
finales del último periodo glaciar. se encuentran utensilios de sílex en forma
de hoja, puntas de flechas, punzones y objetos de hueso.)
En las terrazas del Manzanares existen estratos líticos del Paleolítico inferior y superior y sedimentos de los que siguieron a la revolución neolítica.
Ciempozuelos es uno de los más pueblos más antiguos de la Comunidad de Madrid, su fundación se remonta a la Edad del Cobre, estos datos son constatados debido al hallazgo de huesos humanos pertenecientes a esta época en las inmediaciones de la villa. Este pueblo destaca en la arqueología neolítica española por sus yacimientos de vasos campaniformes y cuencos con incisiones de motivos geométricos. Además de Ciempozuelos hay otros pueblos en Madrid del mismo origen como son Arganda del Rey, Torrelaguna , en las inmediaciones de Alcalá de Henares se han encontrado rastros de actividad humana correspondientes a esta época, en la zona de El Viso han sido recogidos objetos que datan de la cultura hallstáttica (ciudad de Austria, en la cual en 1846 se descubrió una importante necrópolis de la Edad del Hierro, que ha dado nombre al período Hallstatt).
En Madrid capital no encontramos restos de la era romana, no forman parte de la arquitectura urbana. Donde sí podemos contemplarlos es en los museos, en los cuales podremos ver lápidas de El Pardo, mosaicos de Carabanchel, restos de muros de Villaverde y fragmentos de columnas. Para algunos historiadores el arroyo de Marques de la Casa de Campo es el "Miacum" de los itinerarios imperiales.
Los pueblos madrileños sí cuentan con restos romanos, antes de que los romanos llegaran esta zona estaba habitada por los celtíberos carpetanos, cuyos puntos más destacados eran Titulcia y Alcalá de Henares. La romanización fue bastante intensa y se centró en lugares como Buitrago de Lozoya, villa de fundación romana, la denominaron la "Litabrum", Alcalá de Henares que es la antigua "Complutum". Los romanos ya eran conocedores de las aguas minerales de Arganda del Rey, Cadalso de los Vidrios cuyo origen se cree que es romano y medieval por los restos de fortificaciones que se han conservado. Quizás el pueblo de origen romano de la Comunidad de Madrid sea Cercedilla, su origen proviene de una "Mansio" (en latín significa, posada, mesón) de la calzada romana que iba de Titulcia a Segovia, se pueden contemplar restos visibles junto a la ermita de Santa María Nativitas, un puente de un sólo arco de medio punto, que es la obra de esta época más destacada y mejor conservada de toda la provincia, Colmenar de Oreja se puede comparar con la "Aurelia" romana., Móstoles era llamado por entonces "Meter cosa".
Durante el
periodo visigótico, la zona más relevante de Madrid debió ser el barranco en la
calle de Segovia, donde se han encontrado cementerios de esta época.
Con los
musulmanes Madrid se fue formando y de ellos surgió su nombre que tiene
relación con su subsuelo arenoso y los conductos subterráneos creados por los
árabes.
Datos de Madrid
Si tomamos como referencia el Observatorio
Astronómico, la posición que ocupa Madrid, es de 40º 24' 30" latitud Norte
y 14º 45' longitud Oeste Greenwich. Geológicamente, su territorio, se puede
dividir en tres zonas: La primera, que es la del noroeste o sierra, que
constituye una de las formaciones graníticas más antiguas de la Península; la
segunda, que sería la zona central, de arenas y arcillas pliocenas y
cuaternarias, y la tercera del sureste, de calizas, arcillas yesos y pedernales
del mioceno terciario. La línea de separación de las dos primeras va desde
Villa del Prado a las cercanías de Uceda, y el límite de la segunda y tercera
pasa por el sur, para dirigirse, de un lado, por la carretera de Toledo y del
otro hacia la carretera de Aragón. Hidrográficamente, la comarca de Madrid está
en la llamada vertiente occidental de la península, y sus ríos son los de la
cuenca del Tajo; Jarama, Lozoya, Guadalix, Henares, Manzanares, Tajuña,
Guadarrama y Alberche. De ellos es el Manzanares el que pasa por la capital,
bajando desde el puerto de Navacerrada y yendo a verter sus aguas al Jarama,
que es, a su vez, el principal afluente del Tajo. En cuanto al Clima, puede
considerarse extremado. De una parte su situación en el centro de la Península
y de otra su altura sobre el nivel del mar (667 m), producen estos excesos
climáticos. Los vientos predominantes son los corresponden del suroeste, océano
Atlántico. Los norteños socavan el aire cálido de la cuenca y lo enfrían, los
del sur, cargados de humedad, se condensan más cuanto más avanzan por la
cuenca. Recuérdese que el aire serrano madrileño se dijo: "mata a un
hombre y no apaga un candil". Madrid queda en pleno centro de la España
seca, con menos de medio metro de precipitación anual; febrero, mayo y, en
menor medida, noviembre, son los meses más lluviosos aunque a decir verdad
estos últimos años poco llueve en Madrid, diciembre y febrero, cuando suele
nevar.
Madrid carece prácticamente, en su término municipal,
de suelo cultivable, y eso que en la Edad Media debió de ser esencialmente
agropecuario; hoy se reduce a una presencia simbólica en algunos de los lugares
de su cinturón en que existen pequeñas extensiones en recesión, procedentes de
los pueblos anexionados. Por su situación es Madrid cruce y centro de
comunicaciones naturales de las diversas zonas de la Península, asentada en el centro
de las dos Castillas, cercana al borde meridional de la cordillera Central,
frente a las amplias llanuras de Castilla-La Mancha y camino de Andalucía,
Extremadura y Levante, y también colocada al borde de los aluviones pliocenos
con lo más fértiles terrenos miocenos al sur, al respaldo de las altiplanicies
del Duero. Tiene comunicación fácil, por los valles del Henares y el Jalón, con
el valle del Ebro, vía para Zaragoza y los puertos catalanes. Los trenes de
España llegan a Madrid, que actúa como ferroviaria plataforma de la Península y
ya era centro de comunicaciones en los tiempos antiguos. La Vía lata romana
pasaba por el oeste de Gredos, uniendo por Mérida las cuencas del Duero, Tajo y
Guadiana. El aeropuerto ha venido también a reforzar esta función de centro de
comunicaciones de Madrid. La red radial de carreteras permite una cómoda
relación con las distintas zonas del país, a la vez que dos circunvalaciones
evitan el delicado paso por el casco urbano.
La localización histórica de ciertos ramos industriales
madrileños queda explícita, si nos atenemos a la toponimia de muchas calles del
viejo Madrid, que nos recuerdan quiénes fueron sus ocupantes. Felipe V dispone
el establecimiento en Madrid de una fábrica de tejidos de seda y Carlos III
crea también fábricas, sin permiso ni licencia, y podríamos relacionar las
primeras industrias que se establecieron en Madrid hasta el siglo XIX. También
es Madrid la primera plaza bancaria del Estado, y una gran zona de nuestras
calles más prestigiosas ha sido ocupada por la banca, el triángulo
Sol-Alcalá-Gran Vía.
Administrativamente, Madrid es cada vez mayor y de más
peso, siendo casi la única que le reconocen algunos economistas. El hecho del
asentamiento madrileño de los órganos de Gobierno aumenta, por otra parte, esta
función. El territorio administrativo de Madrid ha ido variando
considerablemente a lo largo de la historia. Del tiempo de Alfonso VI es el
alfoz de Madrid, o territorios y aldeas, sometidos a su jurisdicción, que se
perfecciona en 1145. En 1813, se forma la organización provincial de España, en
la que nacen las delimitaciones provinciales de todo el país, entre ellas la
madrileña. La provincia de Madrid gana con ello territorio que antes perteneció
a régimen señorial y pierde otros lugares que pasan a formar parte de las
provincias de Guadalajara y Toledo. La provincia estaba formada por 225
municipios, que por causas diversas se reducen a 178 actuales. Culturalmente,
cuenta con establecimientos de toda índole en los aspectos de la enseñanza y centros
de investigación. La zona de juegos y deportes está enclavada en la periferia
urbana y se amplifica con las posibilidades de la cercana sierra norte. En los
últimos años ha habido un auge en las empresas y servicios de hostelería en sus
diferentes especialidades.
La Comunidad de Madrid, nace en 1982 con 8.000 km y
cinco millones de habitantes, muy desigualmente distribuidos en los 178
municipios que la forman. Esto lleva consigo grandes desigualdades
socioeconómicas entre unos y otros lugares. Ténganse en cuenta que de los cinco
millones de habitantes de la comunidad, tres millones residen en Madrid
capital, y dependientes de ella habría que considerar a los habitantes de todos
los pueblos que la componen, aunque su posición económica sea superior, lo que
desiguala con fuertes contrastes locales la densidad de población. El censo de población
disminuye paulatinamente en Madrid capital, pero aumenta, en parecida
proporción en la cadena de municipios que lo rodean. No se puede olvidar la
existencia de una fuerte inmigración, especialmente la correspondiente a los
años 1.950-1.960, formada por trabajadores del sector primario sin cualificación,
lo que originó profundas diferencias socioculturales. Tampoco las distintas
zonas de la comunidad viven una situación económica comparable, existiendo
comarcas de una vida pobre que contrasta fuertemente con otras de mayor avance
y productividad.
El Escudo de Madrid posee un fondo de plata., sobre el
que aparece pintado un madroño verde y un oso, en su color natural, puesto de
pie y apoyado en el tronco; por encima de el se sitúa una corona real de oro.
El escudo se haya oriado por una franja azul con siete estrellas de plata. Cada
una de ellas con una con ocho rayos. Esta es la descripción del escudo actual,
habiendo desaparecido en relación antiguos modelos algunos añadidos no
comprobados históricamente, como el mítico dragón y la corona de laurel. No
obstante, parece seguro el origen medieval del escudo de Madrid, ya que
utilizado como insignia y portaestandarte de las tropas enviadas por el Concejo
de la Villa a la toma de Sevilla durante el reinado de Fernando III (1217-1252).
Madrid, que es tenida por muchos como una ciudad
carente de pasado y escasa de historia, puede, sin embargo, presumir de larga
antigüedad. Hace más de 25.000 años, en las tres etapas del paleolítico, gentes
que pertenecían a los comienzos de la humanidad hicieron de sus contornos
asiento y residencia y la más extensa aglomeración humana de que se tiene
noticia en el Viejo Mundo. Pobres chozas que dejaron su sedimento de cerámica y
puntas de flechas de unos hombres y mujeres que no sabían que sus sucesores se
llamarían madrileños. Sin andarse por las ramas de lo oscuramente legendario,
puede Madrid mostrar bellos mosaicos romanos de villas que existieron en las
inmediaciones de Carabanchel. Desde los siglos I al IX, sobre las colinas de
palacio y de las Vistillas, ocupando entre ellas el barranco de la calle de
Segovia, se asentaron celtíberos, romanos y visigodos, ganaderos o labrantines
de la vega del río hasta la llegada de los árabes. Madrid entra en la historia
cuando Muhammad Ibn Abd al Razhman, el V emir independiente de Córdoba, llamado
Mohamed I, hijo de Abderramán II, levantó entre el año 852 y el 886 la cerca de
murallas y lo protegió con un castillo o alcázar, donde hoy se alza el palacio
Real. El alcázar, residencia de la autoridad; la Almudena, recinto de militares
y poderosos, y la Almedina, asiento de las casas de artesanos y labradores,
formaban este primer recinto amurallado, defensa y adelantado de Toledo.
Se ha llegado a pensar que la ciudad tenía orígenes
mitológicos, aunque estas teorías han resultado siempre ser más un deseo para
emular la historia de otras ciudades europeas. Algunos, dicen que la ciudad podía
haberse llamado originalmente "Ursa" (oso en latín), debido al gran
número de estos animales que fueron encontrados en los alrededores de los
montes colindantes, y que , junto con el árbol del madroño, han sido el símbolo
de la ciudad desde tiempos medievales.
Una de las atalayas formadas en la historia de Madrid,
es la de Muhammad I, quinto emir independiente de Córdoba, hijo de Abderramán
II, que construye en una colina situada en la margen izquierda del río
Manzanares. Sobre esta colina se asentarán, al paso de los días, el Alcázar y
el Palacio Real. Al pie del montículo, una barrancada, lo que será siglos
después, la calle de Segovia. Al otro lado de la hondonada, otra colina, la
zona que más adelante será llamada de las Vistillas.
Es el emir Muhammad Ibn Abd al-Rahman el fundador de
Madrid. Lo afirmó, sobre documentación musulmana, un hispanista eminente,
Leví-Provenzal, y lo rubricaron posteriormente los historiadores más
autorizados en el estudio de los orígenes de la ciudad.
Un día del año 932 llegaron los cristianos. Asalto,
lucha, sangre y muerte. La soldadesca de Ramiro II asaltó Madrid, destrozó sus
murallas, saqueó sus casas y se retiró al otro lado de la sierra con su botín.
La conquista no había llegado todavía. Otra vez de nuevo vuelve el peligro y la
guerra cuando en el 1047 Fernando I el Magno, el primer rey de Castilla,
repitió el saqueo y el destrozo de la villa. Fué en el año 1085 cuando Alfonso
VI de Castilla, al regreso de Toledo, capital del reino moro, ocupó Madrid,
castillo adelantado, para no perderlo nunca.
Tres sucesos de esta época tendrán resonancia en la
historia de Madrid: el nacimiento y vida de un labrador llamado Isidro, que
había de ser su patrono; la aparición de la imagen de la Virgen de la Almudena
y el privilegio de la fundación del monasterio benedictino de San Martín.
No se resignan los moros a la pérdida de esta
fortaleza y el almorávide Uysusf Ben Taxlin atacó la ciudad, pero no pudo
rendir el castillo, y desde el alcázar se le combatió hasta que la peste le
hizo levantar el campamento dejando nombre al sitio que ocupara: el Campo del
Moro, los actuales jardines de Palacio. Alfonso VII residió frecuentemente en
Madrid, le concedió el privilegio de posesión y disfrute de la vega llamada el
Real del Manzanares, y otorgó también nuevas franquicias al monasterio de San
Martín y a la puebla que, extramuros, iba creciendo a su alrededor. Es el rey Alfonso
VIII el que concede a la ciudad un fuero propio, el Fuero de Madrid, fechado en
el año 1202, cuyo texto se conserva, en el que se permite a los dominicos la
fundación del convento de Santo Domingo el Real, cercano al alcázar.
Las primeras Cortes de Castilla que se reúnen en
Madrid lo hacen en 1309, convocadas por el rey Fernando VI para preparar la
guerra de Granada. Alfonso XI vivió habitualmente en Madrid y convocó Cortes en
los años 1329 y 1333. Fue este rey el que dio a Madrid el Fuero Real (1339);
también creó el Ayuntamiento en 1346, para que fuera regido por "homes
sabios". Y seguramente pensando en éstos concedió permiso a la villa para
fundar, el mismo año, una escuela de estudios de gramática. Casi siempre
residió el rey Pedro I en Madrid, para lo cual acomodó el viejo castillo en
palacio, y a Madrid fueron traídos sus restos por su nieta doña Constanza, que
era abadesa del monasterio de Santo Domingo. Despojado de su trono vagaba por
las cortes de Europa la sombra de un rey, León V de Armenia, a quien, quizá
para consolarle de las tristezas de rey sin reino, hizo Juan I de Castilla
señor de Madrid, no sin resistencia por parte de los madrileños. Sólo duró
cuatro años, pues falleció en París en 1390, y al año siguiente Enrique III
volvió a incorporar Madrid a la corona y prometió no volver a enajenar la
villa. Vino Juan II a Madrid al cumplir la mayoría de edad en 1420, y al año
siguiente reunió Cortes en Madrid, por cierto, de especial solemnidad. Fué
también Enrique IV otro monarca aficionado a Madrid, donde solía residir; en
esta ciudad celebró sus bodas con doña Juana de Portugal y se reunieron Cortes
para la jura de la heredera, que se conoce como la Beltraneja. Hizo grandes
obras de mejora en el alcázar, creó el cargo de corregidor del Ayuntamiento y
tituló a Madrid con los honores de "Muy Nobles" y de "Muy
Leal".
Confirmaron a Madrid todos sus privilegios los Reyes
Católicos en el año 1476 y el pueblo les vio administrar justicia personalmente
en el alcázar. Los nuevos reyes Doña Juana y Don Felipe llegaron a Madrid en
1503, y en 1509 se reunieron Cortes en San Jerónimo el Real para la jura de
Doña Juana, convocadas por Fernando el Católico. El cardenal Cisneros fijó en
Madrid su residencia durante su regencia, y esta villa dirigió carta el rey
Carlos I desde Flandes. Los sucesos de las Comunidades repercutieron también
aquí, y en 1516 los comuneros ocuparon Madrid poniendo sitio al alcázar, que no
lograron rendir y que estuvo defendido por Doña María Lago, esposa del alcaide,
estando éste fuera. Fué precisamente por estas fechas cuando se construyó la
puerta de la villa, que se llamó Puerta del Sol. Carlos I hizo traer a Madrid a
Francisco I rey de Francia, vencido en la batalla de Pavía, y en el alcázar
estuvo detenido, residiendo más que preso, hasta la firma del tratado de
Madrid.
Estamos en las puertas de 1561, la fecha en que Felipe
II convertirá a la villa de Madrid en la capital de su imperio. La ciudad que recibe
esta designación no era, como con poco conocimiento se ha dicho tantas veces,
un poblachón manchego. En los primeros días del mes de julio de 1561 la corte,
estante en Toledo, se muda a Madrid. No hay declaración de capitalidad; si esto
estaba ya decidido por Felipe II, lo guardó, como tantas cosas, en secreto, y
nadie pensó que aquel traslado fuese el definitivo. La primera Ordenanza que
Madrid tuvo la autorizó Felipe II en 1579, y bien que era necesaria porque la
ciudad conoció en la segunda mitad del siglo XVI el mayor crecimiento de su
historia. Madrid se asombró por unas u otras razones, del arresto del príncipe
Carlos (1568), de la entrada de la eina Doña Ana de Austria en 1570, de la
muerte de Escobedo, en la callecita costanera al actual palacio de Abrantes de
la calle Mayor, en 1578, y de las Cortes reunidas en Madrid, nada menos que,
once veces desde 1573 a 1598.
Felipe III, que había nacido en Madrid, llevó la corte
a Valladolid (1600) por gracia y beneficio del duque de Lerma. Y la volvió a la
villa en 1606 por mayor ventaja y beneficio del mismo ministro. En 1619 murió
Cervantes en su casa de la calle del León esquina a la de Francos, hoy de su
nombre, y en 1619 se terminó la Plaza Mayor, que se estrenó en 1620 con las
fiestas de beatificación de Isidro Labrador, su patrono.
El reinado de Felipe IV comienza en Madrid, si
quitamos el alzamiento de pendones de la proclamación, con la ejecución de Don
Rodrigo de Calderón, marqués de Siete Iglesia, en 1621, en la plaza Mayor, que
inaugura así una larga y triste serie de ejecuciones capitales. En 1622 se
celebraron grandes fiestas por la canonización de San Isidro, el patrono, y en
el mismo año se vive el misterioso asesinato de Don Juan de Tassis, conde de
Villamediana, en la calle Mayor. En 1623 llega a Madrid inopinadamente el
príncipe de Gales, Carlos Estuardo, que pretende casar con la infanta María, la
hermana de Felipe IV. A pesar de las fiestas y celebraciones las bodas no se
celebraron. En 1631 se comienzan las obras del nuevo palacio y los extensos
jardines que llevarán el nombre de Retiro. Se produce durante el reinado otro
crecimiento considerable de la villa, y cuando Felipe IV cierra el caserío con
una tapia con fines fiscales, en el primer cuarto de siglo, Madrid ha crecido
cuatro veces su antigua extensión. Poco hay que decir, en cuanto a Madrid, del
triste reinado del último Austria, Carlos II, melancólico y decadente.
Con el nuevo siglo se estrena también una nueva
dinastía, la de la Casa de Borbón, iniciada por Felipe V. Durante el reinado de
Fernando VI hay que resaltar un hecho excepcional en la existencia del erario
de nuestro municipio, ya que en el año 1753, por primera vez y creo que por
única en la historia, el Ayuntamiento tuvo un superávit de ocho millones de
reales.
Grandes reformas llegaron con el reinado de Carlos
III, que en 1761 pone en marcha el proyecto de Sabatini para la limpieza de las
calles; y el mismo año crea el Cuerpo de la Milicia Urbana, antecedente de la
Guardia Municipal. En 1765 se desarrolla el plan de alumbramiento de las vías
públicas. Carlos III, que pasó a la historia como el mejor alcalde de Madrid,
emprendió obras de gran talante, tanto urbanísticamente (reforma del paseo del
Prado, la Florida y las Delicias), como en edificios concretos (puerta de
Alcalá, San Francisco el Grande, Casa de la Aduana, reforma del Palacio Real, etc.).
Madrid vive en 1766 el que se ha llamado Motín de Esquilache, levantamiento
popular de carácter político. En 1767 se produce la expulsión de los Jesuitas.
Disminuirá la fiebre reformista y constructora con Carlos IV, en cuyos días se
hicieron, sin embargo, creaciones interesantes, como el establecimiento en 1792
de los coches diligentes, precursores de los posteriores coches de alquiler.
Pero resulta más importante por sus consecuencias el incendio de la Plaza Mayor
en 1790, obligando a su casi total reconstrucción, que se prolongó a lo largo
de muchos años.
En 1808 llegaron a Madrid las tropas francesas de
Napoleón Bonaparte, y el 2 de mayo se produce la sublevación contra ellas del
pueblo de Madrid. Breve fue el mandato de José I como rey de España, impuesto
por la voluntad de su hermano Napoleón, pero intenso en reformas sobre el plano
de Madrid, que quiso a toda costa mejorar. 1811, fue el año del hambre, desde
septiembre a julio del siguiente y el 1813 el de la salida de los franceses de
la villa. En 1834, muerto Fernando VII, padeció Madrid una tremenda y cruel
epidemia de colera morbo, que diezmó ampliamente a la población; ésta
enfurecida, ante rumores de la culpabilidad de los frailes, se lanzó al asalto
de los conventos haciendo una tremenda matanza e incendiando algunos valiosos
edificios. Durante la Regencia de María Cristina fue alcalde de Madrid el
marqués viudo de Perales, que auxiliado por Don Ramón de Mesonero Romanos,
entonces concejal, realizó una profunda reforma de Madrid, cuya enumeración
habla bien claramente de cuál era la triste situación y las necesidades de la
población. En 1835 fue aprobada por María Cristina la reinauguración del
Ateneo, que sólo había funcionado brevemente en el periodo liberal, y en ese
mismo año ocurre en Madrid la explosión del movimiento romántico.
Las bodas de Isabel II y de su hermana, celebradas
ambas en 1846, fueron motivo de grandes fiestas y, por última vez, se lidiaron toros
en la Plaza Mayor. En 1858 se produjo la traída de las aguas. Ese reinado tuvo
aciertos, como la retirada de las tapias que cerraban Madrid desde los
comienzos del siglo XVII impidiéndole el crecimiento, con lo que la ciudad
creció pronto y abundantemente. En 1868 el Retiro pasa al municipio, y la mejor
solución que encuentra es parcelar y vender una tercera parte para allegar
fondos. Los días de la Restauración y la Regencia ven un nuevo crecimiento de
Madrid, construyéndose el ensanche, entre Cibeles y Neptuno, del barrio de los
Jerónimos, sobre los terrenos que había vendido el Ayuntamiento en años
anteriores; la puesta en marcha de los tranvías eléctricos y de los ascensores
hidráulicos; la aparición del servicio de teléfonos; la plantación del Parque
del Oeste, creación del alcalde Alberto Aguilera; la urbanización y plantación
de los bulevares, desdichadamente desaparecidos. Alfonso XIII, que nació rey,
puso la primera piedra del monumento a su padre e inauguró, en 1910, el
comienzo de las obras de la Gran Vía, pero su mejor obra fue la construcción de
la Ciudad Universitaria (1927). Tiempos difíciles, de 1930 a 1940, en la
capital de España. Primero la II República y después la guerra civil. El final
de la guerra es enfrentarse con la necesidad de una difícil reconstrucción.
Después viene el empuje desordenado del crecimiento desmedido y la aparición de
nuevos barrios de la noche a la mañana.
Sin obispado. Sin Universidad. Toledo y Valladolid,
las otras candidatas, sí tenían. Una villa que no cuidad, que había sido Beltraneja
y comunera. Un capricho de un rey con una población que se alzó contra sus
progenitores. Madrid poseía en 1561 una capilla del Obispo sin ser sede
episcopal, y una Universidad sin tenerla, situada a 30 Kms de distancia. El
nombre popular con que los madrileños conocían la iglesia de santa María y de
San Juan de Letrán, capilla funeraria del madrileño obispo de Plasencia, nos
habla del orgullo que mostraban hacia su figura, y del vacío que sentían por un
obispado que no llegó hasta 1885. Se ha hablado del capricho de un rey que creó
una capital artificial de carácter político. El centro de un compás que difunde
radialmente su influencia. La metrópoli del imperio más grande del orbe sin
Universidad ni obispado, en el siglo del Humanismo y del Concilio de Trento.
Las villas son núcleos urbanos que dependen de otras
ciudades, tanto para asuntos civiles, como religiosos, pues no suelen tener
obispado. En los documentos, Madrid siempre figura como Villa con Corte. En
cuanto al obispado, será precisamente el alejamiento del poderoso arzobispo de
Toledo y la búsqueda de la independencia del poder civil, uno de los motivos
que alejará a la Corte de la cuidad imperial. La coincidencia de la
inquisición, será otro motivo para que el monarca se aleje de su cuidad natal.
Cuestión debatida desde que se originó, la capitalidad
ha sido estudiada desde todos los puntos de vista y por autores de diferentes
épocas y mentalidades. La capitalidad surge ante la necesidad de hacer
sedentaria la Corte, hasta entonces itinerante, rasgo medieval que conservaron
los Reyes Católicos y Carlos I, al asistir personalmente al campo de batalla y
trasladar con ellos la Corte. Pero un Estado moderno requiere todo un aparato
administrativo, con una burocracia que precisa una sede permanente. Cuando en
1559 Felipe II, el arbitro de Europa en esos momentos, egresa de Flandes, se
encuentra con una paradoja: España, creadora del primer Estado moderno en
sentido universal, no tiene capital. Mientras la Corte fue itinerante, las
fiestas de palacio no existían y reinaba la austeridad. Con el Renacimiento, en
las Cortes europeas se adoptan las nuevas costumbres, como las ceremonias reales,
besamanos y, en particular, la caballería con torneos, justas, cañas y
sortijas. Carlos I introdujo aquí las costumbres caballerescas y el ceremonial
borgoñón de 1519, al imponer en Barcelona el Toisón de Oro al rey de Dinamarca,
a los Duques de Alba y a otros. Estableció para sí mismo el título de Majestad
(a los Reyes Católicos se les llamaba Alteza), y creó la Grandeza de España.
En 1527 se introducen las fiestas caballerescas en
España con el torneo celebrado con ocasión del nacimiento de Felipe II. Otra
tradición borgoñona, es la creación de la Casa del Príncipe heredero,
independiente de la de su padre, para lo que fué elegido el Alcázar de Madrid,
decisión trascendental para la futura ubicación de la Corte y de la capital. A
raíz de la capitalidad, en 1561, se va a producir una cadena de fiestas,
organizadas por los aristócratas que se trasladan a Madrid. La nueva mentalidad
renacentista precisa, asimismo, de lugares de esparcimiento que los alrededores
de la población podían proporcionar.
Madrid situada entre la montaña del Sistema Central y
la llanura manchega, tiene un paisaje de transición que, reflejado en su
urbanismo, va a determinar incluso el emplazamiento de sus inmigrantes. En
efecto, tenderán a situarse al norte los procedentes de la cornisa cantábrica.
Era una inmigración de hidalgos, más cualificada: secretarios y funcionarios.
Al sur Atocha, Lavapiés, se instalaban los procedentes de la Mancha y
Andalucía, sobre todo artesanos y comerciantes. Se daba así una clara división
social entre el norte y el sur, pero sin problemas de integración. Madrid,
acogedora siempre, ha facilitado tradicionalmente la asimilación de los recién
llegados, por lo que la inmigración pronto se identificaba con ella. Mientras
el sur proporcionaba pan, vino y aceite, tres de los abastos fundamentalmente,
la sierra aportaba caza, ganado, piedra, leña, viento y agua. Los pueblos
primitivos siempre buscaban, para situar sus asentamientos, la proximidad de un
río y la presencia de vientos favorables. En virtud de estas dos premisas,
contempladas en los diversos tratados de arquitectura y urbanismo, se trazará y
levantará la trama urbanística posterior. Con ambos elementos contaba la
primitiva villa de Madrid para ser candidata a la elección como Corte.
Los vientos procedentes de la sierra del Guadarrama
con dirección noroeste-sureste, van a hacer de Madrid una población de gran
salubridad aislándola de las epidemias de peste. A excepción de la de 1519
cuando el conflicto comunero, estas epidemias se quedarán próximas, sin llegar
a penetrar en ella; la tapia filipina, derribada en 1860, también contribuyó a
evitar el contagio. La riqueza acuífera de Madrid no va a proceder precisamente
de su río, hasta el siglo XVII llamado Guadarrama y, a partir de entonces,
Manzanares, por el duque del infantado. En efecto, las aguas de Madrid no son
fluviales sino subterráneas. Estos canales que precisamente le dan nombre, se
distribuyen por todo el subsuelo, brotando esperádicamente, y dando así nombre
a muchas de sus calles Caños del Peral, de las Fuentes, etc, siendo
aprovechados bién para fuentes, bién para baños públicos de procedencia árabe,
de los que queda un recuerdo en la calle de la Escalinata, que eran surtidos
por las corrientes de agua procedentes de la laguna de Luján, bajo la Plaza
Mayor. No se trataba así de una capital artificial, pues su emplazamiento,
equidistante radialmente y en un cruce de caminos y cañadas, era ya importante
en el tránsito entre ambas Castillas antes de 1561. Del paso de los rebaños
quedan hoy en Madrid dos recuerdos; el mojón señalizador en la Plaza de la
Independencia a la entrada del Retiro, y los Bivios, calle que se abre en dos:
Montera se divide en Fuencarral y Hortaleza, y Alcalá en O´Donnell.
Con la casa de Austria, la monarquía hispánica se
componía de un conjunto de reinos, por lo que al estar Madrid en el centro
serviría de aglutinante para dar unidad a la disgregación regional.
precisamente será esta razón la que, en los siglos venideros, sobre todo con
ocasión de los pronunciamientos decimonónicos hará de la conquista de Madrid el
objeto primordial de toda revolución. En el Madrid de los Austrias tuvo lugar
el primer ensayo de esto, cuando en 1669 Don Juan de Austria toma la capital
expulsando del poder al padre Nithard, privado de la regente Doña Mariana de
Austria. Felipe II, gran admirador de su padre y educado personalmente por
Carlos I, está obsesionado con el deseo póstumo del Emperador; un enterramiento
digno, decepcionado como estaba de la Capilla Real granadina que le pareció
propia de mercaderes, en claro contraste con su palacio bramantino, más acorde
con la nueva mentalidad. El panteón debería estar en Castilla, que es la que
paga, y cerca de la sierra, que abarata el abastecimiento de la piedra y la
madera. Tras la negativa del concejo de Galapagar, a permitir la construcción,
se pensó en El Escorial. Según algunos autores, la proximidad al Escorial fué
la razón que más pesó en la elección de Madrid. Se ha hablado del culto a la
muerte de la Casa de Austria y de la necrofilia de Felipe II. Pero perpetuar la
familia o linaje a través de un recinto funerario era un pensamiento común en
la mentalidad de los hombres del Renacimiento. La prueba de la vinculación
entre la capitalidad y el panteón de El Escorial es que las obras de éste
comenzaron en 1565, a sólo cuatro años de residir la Corte en Madrid. A los
llamados Austrias menores, amantes del bullicio de la capital, nunca les gustó
El Escorial; serán los Borbones los que volverán allí, habilitando sus propias
estancias en el monasterio.
Resulta paradójico que Felipe II, vallisoletano,
fijara la capital en Madrid, mientras que su hijo Felipe III, madrileño, consintiera
el traslado a Valladolid. Decimos consintiera porque el traslado a la ciudad
del Pisuerga (octubre 1601-1606), está relacionado con su privado, el Duque de
Lerma, quien ejercía un gran dominio sobre la voluntad del rey. Al dejar Madrid
pretenderá alejarse de sus opositores; Iglesia, nobleza, cortesanos e incluso
de la propia reina Margarita de Austria. Los Vallisoletanos quedan con ello
contentos, pues a pesar de ser la suya una ciudad rica, ya había comenzado el
declive de la Meseta. Tener la Corte supone ventajas para una ciudad, pues
atrae personas, requiere abastecimientos, etc. Esta búsqueda de la
revitalización de Castilla la Vieja será en definitiva la clave del traslado a
Valladolid. Además de los motivos de Lerma, se aduce una razón timorata de
Felipe III para trasladar la Corte a Valladolid: evitar los pecados que
producía la afluencia de gente ociosa a Madrid. De regreso la Corte aquí, se
tomarán medidas para impedir la inmigración: las Cortes de 1615 hablan del daño
que hace no sólo a Madrid, sino también a los pueblos que son abandonados; en
la consulta sobre los males del Reino que hace el Consejo de Castilla en 1619,
se dice que deberían regresar a sus lugares de origen los poderosos
desocupados, las viudas ricas y los eclesiásticos. Ante las quejas de los
madrileños y el dinero dado a Lerma, Madrid compra la Corte. Como
contrapartida, el valido, ofrece la Regalía de Aposento. Desde el punto de
vista económico las consecuencias de la elección de Madrid, una ciudad
interior, sin comunicación fluvial, más rápida y barata, van a ser nefastas. Se
va a convertir en un parásito económico, que consume sin producir y por
consiguiente, succiona y anquilosa todo su entorno geográfico, esa Castilla
que, tras ser exprimida por todos en la época de los Austria, quedará exhausta
con los Borbones.
Esta cuestión de la capitalidad va a ser el telón de
fondo sobre el que se desarrolla el Madrid de los Austrias y, por extensión,
una de las claves para entender la monarquía hispánica a principios de la Edad
Moderna. Madrid, no lo olvidemos, era la metrópoli de un gran imperio
ultramarino. Son precisamente los recientes estudios sobre la población del
siglo XVII los que han suavizado la idea de crisis mantenida secularmente. Los
historiadores hablan hoy de recesión de ritmo y contracción, panorama que hacia
1680 va a cambiar, coincidiendo con el fin de la llamada danza del Vellón. En
efecto, a lo largo del XVII hubo numerosas alteraciones monetarias, pero a
finales de siglo, Oropesa durará hasta 1735. La población también se
estabiliza, anunciando con ello el despegue del siglo XVIII.
Antes del siglo VII: Asentamiento de pobladores en el
vallejo de la calle de Segovia.
852-886: Construcción de las murallas árabes y del
Alcázar.
932: La Plaza de Madrid es asaltada y saqueada por
Ramiro II.
1047: Nuevo asalto a Madrid por el rey Fernando I.
1085: Conquista de Madrid por el rey Alfonso VI.
1202: Alfonso VIII otorga a Madrid su fuero especial.
Concesión por el mismo rey de las tierras del Real de Manzanares.
1212: Las milicias de Madrid toman parte en la batalla
de las Navas de Tolosa.
1217: Fundación del monasterio franciscano de San
Francisco.
1309: Se celebran por primera vez Cortes de Castilla,
en Madrid.
1346: Creación del Ayuntamiento de Madrid por el rey
Alfonso XI.
1386: El rey Juan I da a León V de Armenia el señorío
de Madrid.
1390: Muere León V y el rey promete no enajenar nunca
el señorio.
1434: Madrid padece sesenta días seguidos de lluvia.
1438: Epidemia de peste. Creación de un hospital
general.
1454: Concesión a Madrid de los títulos de "Muy
Noble" y "Muy Leal".
1494-1495: Lluvias, riadas y nieves.
1516: Sublevación de los comuneros; Madrid se une,
pero el Alcázar se resiste.
1522: Concesión a la villa de Madrid de los títulos
"Imperial" y "Coronada".
1525: Batalla de Pavía. Francisco I de Francia es
traído prisionero a Madrid.
1551: Madrid contaba con 2.500 casas y 15.000 vecinos
(familias).
1561: En los primeros días de julio se asienta la
corte de Madrid.
1562-1599: Gran crecimiento de Madrid por estos años.
1579: Se dictan las primeras Ordenanzas Municipales de
Madrid.
1600: Felipe III traslada la corte a Valladolid.
1605: Primera edición de El Quijote, impreso en
Madrid.
1606: Vuelve la corte desde Valladolid.
1616: Muere en Madrid Miguel de Cervantes. Se funde la
estatua de Felipe III, hoy en la Plaza Mayor.
1620: Fiestas por la beatificación de San Isidro, en
la Plaza Mayor.
1622: Fiestas por la canonización de San Isidro,
patrono de Madrid. Asesinato del conde Villamediana en la calle Mayor.
1631: Comienza la construcción del palacio y jardines
del Retiro. Primer incendio de la Plaza Mayor.
1635: Acaba la construcción del Real Sitio del Buen
Retiro. Madrid se cierra con una tapia hasta 1850.
1643: Se termina de construir la cárcel de Corte, hoy
Ministerio de Asuntos Exteriores.
1656: Se imprime y publica el plano de Texeira. No es
el primer plano de Madrid, pero sí el primero fiable.
1672: Incendio de la Casa de la Panadería de la Plaza
Mayor.
1714: Fundación de la Real Academia Española.
1725: Fundación de la Real Academia de Bellas Artes de
San Fernando.
1734: Incendio que acaba con el antiguo Alcázar,
residencia Real.
1749: Acaba la plaza de toros, de mampostería, de la
Puerta de Alcalá.
1761: Entra en fusión el plan de limpieza de las calles
creado por Sabatini. Creación de la Milicia Urbana, para el orden de la villa.
1765: Se pone en marcha un plan de alumbrado en la
calle.
1766: Motín de Esquilache, contra el ministerio
extranjero y la carestía de la vida.
1768: Edificación de la Casa de Correos, Puerta del
Sol ( hoy en día, Comunidad de Madrid).
1774: Creación del Jardín Botánico.
1776: Edificación del Hospital General de San Carlos (
hoy Centro Cultural Reina Sofía).
1778: Construcción de la Puerta de Alcalá.
1781: Profunda reforma del paseo del Prado y creación
de las fuentes de Cibeles, Neptuno y Aplol.
1790: Tremendo incendio de la Plaza Mayor.
1798: Goya pinta los frescos de la Ermita de San
Antonio de la Florida.
1808: El 2 de mayo, levantamiento popular contra las
fuerzas francesas.
1813: Retirada de Madrid del ejército francés.
1823: El general Riego es ahorcado en la Plaza de la
Cebada.
1834: Epidemia de cólera y asalto a los conventos con
matanza de frailes.
1846: Boda de la reina Isabel II, con grandes fiestas.
Última corrida de toros celebrada en la Plaza Mayor.
1848: Se coloca la estatua de Felipe III en la Plaza
Mayor.
1850: Terminan las obras de construcción del Congreso
de los Diputados.
1851: Inauguración del ferrocarril Madrid-Aranjuez.
1852: Atentado contra Isabel II por el cura Merino sin
consecuencias.
1854: Pronunciamiento llamado la Vicalvarada. Combates
en varios puntos de Madrid, especialmente en la Plaza Mayor.
1860: Derribo de las tapias que lo cerraban y gran
crecimiento de Madrid.
1868: Triunfo de la revolución llamada la Gloriosa y
fin del reinado de Isabel II, que marcha a Francia.
1885: Creación de la diócesis de Madrid-Alcalá. Madrid
había dependido hasta esa fecha del arzobispado de Toledo.
1892: Entra en funcionamiento la estación de Atocha.
Acabado del edificio de la biblioteca Nacional.
1895: La fuente de Cibeles pasa a ocupar el centro de
la plaza, que hoy lleva su nombre.
1900: Madrid tiene un millón de habitantes.
1910: Acabado del edificio del actual Banco Central,
en la calle Alcalá. Cominezan las obras de apertura de la Gran Vía.
1919: Comienza el servicio aéreo Madrid-Barcelona.
1921: Inauguración del Metro.
1929: Final de la construcción del edificio de
Telefónica.
1936-1939: Madrid, como el resto de España, sufre los
horrores de la guerra.
1947: Anexión a Madrid de los pueblos del cinturón:
Chamartín, Carabanchel, Barajas, Hortaleza, Vallecas, Villaverde, Fuencarral,
etc.
1948: Terminan las obras del edificio España (Plaza de
España).
1957: Finaliza la construcción de la Torre de Madrid
(Plaza de España-Princesa).
1958: Inauguración del teatro Real como sala de
conciertos.
1959: Visita del Presidente de EEUU, Eisenhower.
1963: Termina la perforación del túnel del Guadarrama.
1966: Inauguración del Teatro Real como sala de
conciertos.
1967: Se coloca la estatua del Oso y el Madroño.
1968: Se suprimen las últimas líneas de tranvías.
1970: Instalación del Templo de Debod (donación de
Egipto) en el Parque del Oeste.
1972: Inauguración del Parque Zoológico de la Casa de
Campo.
1975: Muere en Madrid Francisco Franco, jefe del
Estado.
1979: Se crea el museo de Escultura al aire libre.
1981: Llega a Madrid el Guernica de Picasso. Se
constituye la Asamblea de la Comunidad de Madrid. Estancia del papa Juan Pablo
II en Madrid.
1982: Con motivo del campeonato mundial de fútbol, se
inaugura la torre de comunicaciones (Torrespaña) conocida popularmente como el
Pirulí.
1983: Se publica el Estatuto de la Comunidad de
Madrid. Creación de la bandera de la Comunidad de Madrid.
1985: Madrid, escenario de la firma del Tratado de
Adhesión de España a la Comunidad Económica Europea.
1986: Muere, siendo alcalde de Madrid, Enrique Tierno
Galván. Inauguración del Planetario. Inauguración del Centro de Arte Reina
Sofía.
1989: Sede de las reuniones de los miembros de la C.E
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