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La metamorfosis que está sufriendo el taxi en todo el mundo es brutal.
A mi entender, los cambios tan enormes que se están produciendo en las ciudades de todo el mundo son como una ola imparable que marca un antes y un después. Igual que pasó con la transición del coche de caballos a los automóviles, y que también llevó a la ruina a muchos de los que, durante siglos, vivían de los primero.
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No son solo compañías como Uber, Lyf, Grab, Cabify o Easytaxi, compañías devoradoras hasta entre ellas mismas.
Las empresas de sharing y carsharing (Car2Go,Emov y tantas otras), o de motosharing, bikesharing, así como otro grandes perfeccionamientos en transportes públicos empujan en una única dirección.
El taxi como sector, representado por sus instituciones, muy lento de reflejos, por su propia idiosincrasia, aún sabiendo hace años que iba a llegar el tsunami, es responsable en gran parte de las consecuencias personales que sufren sus profesionales.
Estas empresas no van a parar. Es más, ni siquiera ven al taxi como competencia. Su competencia son las grandes empresas similares. Haber quién de ellos se queda con el dominio de la movilidad urbana.
La guerra en la calle, con hechos como ayer, solo durará hasta que la desesperación ante el desgaste que se sufra la haga frustrantemente inútil. Días, semanas....no más.
Y, si la población actual no ve al taxi con buenos ojos (no hay más que ver las decenas de miles de opiniones sobre las huelgas del sector. Por cierto manejada por el poder mediático), la población futura desde los milenials en adelante, absolutamente digitalizados, ni sabrán de historia, ni comprenderán por qué protesta un taxista en la calle. Por mucho que se les explique.
En el sector del automóvil, igualmente está ocurriendo. Los jóvenes, cada vez menos se plantean tener un coche en propiedad por motivos puramente de ahorro económico y de comodidad, ante el aumento de las restricciones de tráfico en las ciudades y la proliferación de transporte público y empresas de movilidad antes mencionadas. Repito, por simples motivos económicos y de comodidad.
Quizás por ese motivo, los propios fabricantes son los primeros en apoyar estas empresas para formar parte del negocio e ir más allá de la fabricación y venta de coches (Mercedes, PSA, Peugeot y, en breve, KIA; por ejemplo). Por eso realizan inversiones multimillonarias en la investigación de coches eléctrico y autónomos, inversiones que hace tres años no estaban en sus planes.
El sector del taxi, sin embargo, sigue enrocado en que debe ser la Administración pública la que debe solucionar sus problemas. Y tiene razón, pues al fin y al cabo es un SERVICIO PÚBLICO. Pero no nos olvidemos que las Administraciones públicas deben atender a la hora de legislar en todos los casos atendiendo a las inquietudes del ciudadano, no únicamente de un sector.
Innovación, inversión, profesionalización de la gestión, trabajo sobre imagen y marca, comunicación, atención profesional al ciudadano, búsqueda de valores añadidos en el servicio, erradicación de la política y de sus políticas, con soluciones de verdaderos profesionales de empresa en cada una de las ramas que precisa el servicio público para su estabilidad y sostenibilidad. Son conceptos y soluciones que, por su propia endogamia, están muy lejos de adaptarse, y por tanto, el sector del taxi se encuentra en pañales frente a estas gigantescas empresas que se la han jugado al todo o nada, y por tanto, ante cualquier ataque que sufran, su reacción será aumentar la presión en la sociedad y especialmente en los políticos....eso sí lo harán de forma inteligente, inclusive en última instancia (lobos disfrazados de ovejas) podrían solicitar al sector se adhieran a trabajar con estas empresas, pero como simples taxiriders.
Todo esto, unido a las guerras fratricidas dentro del propio sector (muchas veces llevadas a cabo por simples problemas personales de ego), no solo llevará a un camino que terminará muy mal para el taxi tradicional. Solo unos pocos sobrevivirán. Los que hayan hecho los deberes. Oferta y Demanda es una balanza que se equilibra sola. Eso dicen los que les gusta jugar en el mercado libre de la competencia.
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