ARTÍCULO DIARIO PROGRESISTA
Los europeos seguimos construyendo ese espacio común de integración de los países miembros, continuando con la línea de los originarios promotores que crearon normas generales para dar paso al sistema monetario, el libre comercio, el mercado interior único, la creación de la policía europea, el transporte, y una de especial relevancia como es la política universitaria europea.
Estas
realidades en un principio divergentes entre todos los países miembros, se unen
a la variedad de narrativas sobre lo que debe ser la UE, surgida
precisamente por la ambigüedad que ha caracterizado al proyecto desde sus
inicios donde muchas iniciativas ya están consolidadas y otros en fase de
culminación. Sin embargo, entre estas normas globales aparece un elemento
distorsionador en el ámbito de las políticas aplicadas como es la competencia, que es el ADN del libre
comercio. Un cuerpo un poco gris, que se basa como aquella materia regulatoria competitiva que forja y se
potencia desde ciertos grupos políticos liberales, así como desde algunos
organismos públicos, -dícese la Comisión Europea-, adquiriendo una falsa
doctrina en el razonamiento económico, al contemplar en sur teorías que, con la
incorporación de la misma en las diferentes actividades económicas y labores,
nos vienen a exponer que ofrecen grandes beneficios para la propia sociedad. Es
decir, precios más bajos y una mejor prestación de los servicios. No obstante,
en la práctica estamos viendo y comprobando como la sociedad española entra en
un retroceso continuado, respecto a los demás países miembros, donde las
aplicadas políticas liberales capitalistas basadas en los avances tecnológicos
para mantener el empleo, nos han llevado a un escenario distinto,
encontrándonos con un modelo de precarización laboral, junto a una fuerte
reducción salarial que afecta a la conciliación familiar y otros elementos del
Estado del Bienestar.
Es
decir que el verdadero culpable de la flexibilización laboral no sería otro que
ese avance tecnológico. Obviamente, sin embargo, no es legítimo culpar de la
pérdida de puestos de trabajo a los progresos de la ciencia y de la técnica. Lo
que genera desempleo, en realidad, es la apropiación que la clase político
dominante hace de la tecnología, al ponerla al servicio del capital para
optimizar las ganancias de las empresas.
Esta
situación choca de frente con la regulación
tradicional que trata de conseguir el máximo bienestar de los consumidores,
buscando obtener eficiencia en la utilización de los recursos. Es decir,
precios más eficientes que protegen al consumidor. Por lo tanto, podemos
comprobar que el modelo de competencia, la eficacia para los defensores de la
economía liberal, en su teoría, incitan a la confusión en la sociedad, al
solapar el grado de bienestar social y con un mayor grado de excitación
económica para obtener grandes beneficios en el menor tiempo posible.
La
actual politización económica general marcada desde la Unión Europea y la
revolución de los mercados han ido variando la línea política trasgresora para
favorecer los intereses de agentes que intervienen en la macroeconomía (la
globalización) creando a su vez, una política de agresiva austeridad sobre los
ciudadanos europeos (europeización), situación que vienen a complicar aún mas
los procesos de la Unión.
Comentado de esta manera, entendemos que estas cuestiones de políticas económicas y especialmente en materia jurídica, procesadas por legisladores y reguladores procompetitivos, de corte liberal, han pasado inadvertidas de cara al sector del taxi, el cual, por indiferencia o desconocimiento, nos hemos preocupado tan poco que delegábamos sobre los representantes del sector el buen que hacer de la defensa de nuestra profesión y en especial del espacio vital como es el servicio público del taxi ya que muchos tecnicismos empleados en las normas posiblemente nos superaba.
Algunas
responsables han dirigido el sector a la antigua usanza, sin dar más
interpretación que las exigencias de un guion intoxicado para preservar su
sillón y posiblemente un mantener un erróneo status sectorial. Otros lo han
derivado exclusivamente hacia su propio interés. Los dos formatos han utilizado
el común denominador de la expresión “Unidad”, pero una unidad rota desde el
convencimiento, al indicarnos que el taxista de base no debía de meterse en
berenjenales administrativos jurídicos, pues para eso estaban las
representaciones pertinentes que a través de las asociaciones correspondientes
ofrecían la responsabilidad de asegurar la supervivencia del colectivo. ¡Claro
error! cuando algunos representantes avispados con información privilegiada,
hoy son nuestros mayores enemigos. Esta
situación ha abocado al sector hacia un futuro incierto, introduciéndonos en un
sistema económico competitivo, agresivo, voraz y destructivo sometiéndonos a un
gran desgaste. Hoy gracias a los avances de la información, la sensibilización
de todos nosotros, y el apoyo que se recibe desde ciertos grupos políticos,
fieles a sus programas de trabajo con el sector en la defensa de los servicios
públicos, los profesionales del taxi podemos ofrecer nuestras propias
consideraciones jurídicas que aúnen los esfuerzos de todos y todas, provocando
acciones de choque contra la disrupción capitalista. Por lo tanto, es necesario
profundizar aún más en nuestra historia, pues será quien nos ofrezca en el
presente una visión global de todo su alcance y de las posibles soluciones.
Por
último, decir, que el sector del taxi es una materia incluida dentro del sector
terciario, en concreto sobre los subsectores, encontrándose con muchas
desigualdades, pues el servicio de taxi en los diferentes países de la UE,
aunque próximos en sus bases jurídicas, en líneas generales somos muy distintos
y distantes.
Cita:
Tu destino lo escribes tú mismo con cada decisión que tomas, no se lo dejes en
mano de otros porque te destruirán. Manu
Sánchez.
Madrid,
25 de mayo del 2019