sábado, 29 de noviembre de 2025

Núm. 351 - El Poder de las grandes potencias IX

 

Núm. 351 diciembre 2025 La Gaceta del Taxi

 

 TECNOLOGIA, MOVILIDAD Y TRANSPORTE

 

En este artículo, aterrizamos en Europa que, según mi criterio, se estaba quedando visiblemente rezagada, siendo la gran desaparecida en inversión para la investigación y desarrollo de nuevas tecnologías; innovación, tecnificación y por supuesto en la falta de una gran bolsa de valores que impulse la inversión tecnológica. Un claro y simple ejemplo, lo encontramos en la alta dependencia en las cuentas de correo electrónico, donde un 90% de los europeos tenemos una cuenta de Gmail, de Hotmail o, de Yahoo, dependientes de las plataformas americanas. Cuentas de correos, que como muy bien sabemos, nos permiten conectar con nuestras administraciones públicas para realizar diversas gestiones administrativas, sin embargo, yo soy más partidario de que este tipo de contacto hubiese sido mejor con una cuenta de correo europea. Pero no existe……... O, inclusive si hablamos de los teléfonos móviles, casi todos ellos, con sistemas operativos de versión americana. En fin, desde que irrumpió la revolución tecnológica en los europeos siempre nos han trasladado que la tecnología llegaba para quedarse, sin embargo, en el área del transporte urbano, nos omitían que dicha irrupción traía bajo el brazo muchas sombras.

Antonio M Figueras (periodista y escritor) escribió un artículo en la revista “Escudo Digital” con fecha 6 de marzo de 2025, indicando que la UE., afronta obstáculos estructurales y normativos que limitan su capacidad para liderar sectores estratégicos como la inteligencia artificial (IA), los mercados digitales y la protección de datos. Por otra parte, según un estudio realizado por la Fundación para el Avance de la Libertad (Fundalib), en colaboración con European Policy Información Center (Epicenter), coloca en el centro del foco, la ausencia de líderes tecnológicos europeos y la falta de inversión en I+D, factores que han propiciado que Europa dependa de proveedores externos (americanos, chinos, etc.) aplicables en sectores estratégicos.

Carmen Colomina Saló, en uno de los artículos del libro “la desinformación en la UE: regulación geopolítica y medios”, argumenta que la UE., ha intentado construir en la última década un modelo propio de regulación digital y de relación con las grandes plataformas tecnológicas. Ha sido un proceso de prueba y error; de relaciones asimétricas con los grandes poderes digitales de aproximaciones y percepciones de riesgo distintos entre los Estados Miembros y en un momento de máxima conflictividad geopolítica en las fronteras exteriores de la Unión”.  En la actualidad, dado el fuerte ritmo del desarrollo tecnológico en la base de esa transformación, hay un ecosistema digital en rápida evolución que transita por la tecnología interconectada: la informática de alto rendimiento y la computación en la nube, el análisis del big data y la Inteligencia Artificial, la robótica y el 5G. 

La UE., ante la creciente automatización y la oligarquía tecnológica de las plataformas disruptivas, seguía intentando garantizar a través de normas comunes, regular dichos avances para no verse afectada que le hiciera perder su soberanía. Sin embargo, regular por regular no es suficiente y, menos aún, la mejor manera de hacer frente a todo este avance tecnológico. No se puede tener soberanía física sin tener soberanía digital. Nuestra democracia no puede ser una mera interfaz donde el poder inversor tecnológico crea que el mundo debe ser gobernado por los algoritmos.

Frente a este panorama, la UE centrándome en relación con el transporte, tan solo ha ofrecido un lugar preferencial a la elaboración de normas y reglamentaciones en el desarrollo y manteniendo de redes de transporte y en los acuerdos internacionales para llevar a cabo niveles únicos de libertad y facilidad para que el mismo pudiera cruzar las fronteras de los EE.MM. Estas normas, sus inicios hacen referencia a una política de transporte que forma parte de la política común de la Unión Europea desde hace más de treinta años, proceso que fue iniciado por la Comisión Europea con la publicación del primer Libro Blanco europeo de transporte “la política común de transporte” publicado en diciembre de 1992, centrándose en la apertura del mercado del transporte a la competencia, eliminando todas las barreras restantes entre modos de transporte y sistemas nacionales favoreciendo el proceso de integración y, abriendo las puertas de par en par, facilitando el surgimiento de operadores multinacionales y multimodales con la creación de la Red Transeuropea de Transporte.

La exigente transformación de la movilidad urbana que surgía imperante internacionalmente, también crecía igualmente a un ritmo acelerado en Europa, que no tuvo más remedio que redefinir su estrategia de movilidad a pasar a una movilidad sostenible e inteligente en la mejora de la eficiencia, la accesibilidad y sostenibilidad del transporte, abarcando cinco ámbitos clave para el futuro de todos los ciudadanos: “competitividad, regulación digital, energía, comercio y transporte”.

Con estos cinco puntos citados, justificaba que se daba un eficaz impulso a la digitalización en el transporte, la electrificación y la implantación de la movilidad conectada y automatizada con la creación de un espacio europeo de datos de manera eficiente. Estos datos facilitarían la toma de decisiones en el desarrollo de los servicios de movilidad inteligente: promoviendo desarrollos en transporte público, electromovilidad, infraestructuras de recarga y sistemas intermodales, priorizando planes de movilidad urbana en las 424 principales ciudades desde 2025, con obligaciones de carriles bici, zonas de bajas emisiones y planificación integrada con taxis y VTC.

Por consiguiente, la Comisión en el año 2024 seleccionaba 134 proyectos de transporte destinando más de 7000 millones de euros en subvenciones con cargo al Mecanismo «Conectar Europa» (MCE), un instrumento de la UE., para la inversión estratégica en infraestructuras, cuyo objetivo es ofrecer servicios innovadores en relación con los distintos modos de transporte y sus conexiones (red transeuropea de transporte ferroviario y por carretera, puertos marítimos y gestión de tránsito aéreo concierto único europeo y zonas urbanas),  con el fin de gestionar mejor los servicios inteligentes de transportes (STI), mejorar la información para los usuarios y hacer que el transporte sea más seguro y coordinado.

A principios del año 2025, por fin, Europa despierta de su letargo, la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von Der Leyen, anunció dos ambiciosos planes en financiación pública y privada con una dotación de €200.000 millones  para impulsar la inteligencia artificial, junto con otra partida de 2800 millones de euros adicionales destinada a 94 proyectos, incluidos hubs intermodales, actualizando redes TENT-T (ejes principales y secundarios) para 2030/2050 EUR-Lex, con impulso de innovaciones digitales viales (ITS, interoperabilidad entre países). Una apuesta, Green Deal, SSMS, integrada y multimodal con un especial énfasis en la búsqueda de reducir el 90% de las emisiones del transporte para 2050.

Por tanto, la Unión Europea ante su retraso, trata de reducir la dependencia de EE.UU., y China,  con proyectos como el “Chips Act europeo”, que pretende estar a la altura como potencia mundial, aun a sabiendas que se enfrenta a desafíos cada vez más grandes para mantener una posición de potencia mundial  en un mercado cada vez más interconectado. Y, para ello, en 2024 aprobó dos propuestas legislativas importantes como resiliencia interna que permitirán lidiar el desorden existente desde diferentes frentes. Por un lado, la Ley de Servicios Digitales (DSA) convertida en la principal herramienta y la primera de carácter regulatorio fuerte de la UE, con una clara apuesta por la adopción de mecanismos de control, tasadora, y denuncia de actividades o servicios ilícitos que puedan prestarse en línea y, por supuesto con capacidad sancionadora,  en situaciones de infractoras que antes no existían, y, por otro lado, también se aprobaba una Ley de Inteligencia Artificial  (Al Act), que pretende regular los rizos existentes en el uso de la IA, imponiendo un Código de conducta ético, respaldado por multas millonarias a las empresas que lo incumpla, junto con los mercados digitales, la identidad digital, los semiconductores Chips y la gobernanza de datos, garantizan una norma europea común bajo la misma interpretación para todos los estados miembro. -Nunca es tarde si la dicha es buena, porque la independencia digital de Europa es crucial, seguimos siendo un actor clave en toda esta madeja tecnológica-, debiendo postularse en realizar más inyecciones económicas para la investigación y desarrollo de tecnología propia, si quiere estar entre las primeras posiciones como potencia mundial. No podemos seguir dependiendo de proveedores tecnológicos de otros continentes, porque podría convertirse en un mercado dominado de inversores extranjeros de otras potencias del mundo, en lugar de ser un inverso global fuerte. Por consiguiente, si Europa no protege su autonomía en tecnología propia (innovación y desarrollo), financiera y de producción, podríamos estar en un serio peligro, incluso afectando al poder político. Es mi opinión una opinión más.

Cita: Lo importante no es que te equivoques o que aciertes, sino que las pérdidas que obtengas cuando te equivoques sean ampliamente compensadas con los beneficios que obtengas cuando aciertes. Nonagésima quinta entrega 27 de noviembre de 2025. (1449)